IBILIZ IBILI | ANTXON ITURRIZA «Aizpel»
Peña Itzaga, El Dragón Dormido | Travesía por la solitaria cumbre desde Altzorritz a Idotzin
Desde cualquier mirador despejado del centro de Nafarroa puede divisarse la silueta aislada de Peña Itzaga (1.361 m), que se estira como un gigantesco dragón dormido dominando los valles de Itzagaondoa, Ibargoiti y Untzibar.
Este aislamiento abre la posibilidad de acceder a su cumbre desde rutas muy diversas, siendo la que parte de Ardanatz la utilizada más habitualmente.
Con el deseo de buscar una línea de acceso menos frecuentada, hemos llegado hasta el pueblo de Altzorritz, en el valle de Untzibar, para ascender hasta la cumbre de Itzaga por una preciosa senda y trazar desde ella un circuito descendiendo hacia el valle de Ibargoiti, ya en la vertiente sur de la montaña.
Altzorritz es un pueblo muy pequeño. Apenas suma cuarenta vecinos, pero vivió, como casi todos los núcleos rurales, tiempos mejores. El censo de 1800 le daba 175 vecinos. También tuvo en las cercanías un castillo guardián del paso entre Irunberri e Iruñea. Fue destruido durante la invasión castellana de la que se va a cumplir pronto medio milenio.
Hoy, la mole gótica de la iglesia de La Purificación del siglo XIV, es el edificio más llamativo del pueblo. Pasando frente a ella iniciamos nuestra andadura ascendiendo por una suave cuesta en dirección este hasta avistar enseguida un depósito de agua (8 min). A ambos lados de esta construcción se abren dos pistas parcelarias. Pero ninguna de ellas será la que debemos de tomar. Justo al frente y flanqueando por la derecha el depósito, arranca una senda que será la guía que nos permitirá penetrar en el corazón de la montaña.
La senda se irá abriendo paso, en ocasiones con cierta dificultad, a través de los bojedales y rodeando campos de labor. Ganando altura, el bojedal se hará más cerrado, pero la trocha seguirá avanzando con seguridad, bordeando las laderas hasta confluir con la pista que sube desde Zuhatzu (1,10 h).
La pista nos marcará ahora el camino describiendo sucesivas curvas hasta alcanzar el espolón sobre el que se asienta la imponente ermita de San Miguel de Itzaga (1.290 m) (1,35 h).
De la ermita de San Miguel se tiene ya noticia en 1084, cuando fue donado a su hija por Sancha Oriol. En el siglo XVI la iglesia contaba con un ermitaño que debía residir en ella «de cruz a cruz», esto es, de la fiesta de la cruz de mayo a la de septiembre. Y es fundamentalmente durante el mes de mayo que hasta la ermita llegan las romerías trepando desde todos los flancos de la montaña. Las romerías de San Miguel de Izaga tenían un intenso sabor ancestral. Vistiendo túnicas negras y cargando con pesadas cruces los romeros ascendían formando una procesión entre solemne y recia, transmitiendo secuencias que parecían arrancadas de muchos siglos atrás.
Las romerías culminan ante la ermita, emplazada como un faro sobre mares de cereal y enfrentada a los vientos cortantes que llegan de un Pirineo que se antoja cercano a la vista.
No hemos concluido la ascensión. Todavía nos queda esforzarnos frente a un repecho herboso que gana altura hasta dominar definitivamente la cumbre de la montaña (1.361 m) (1,50 h).
El emplazamiento aislado de Peña Itzaga le permite dominar un dilatado panorama hacia todos los rumbos. Llamarán especialmente la atención observador los perfiles de la cordillera pirenaica y el contraste azul verdoso del pantano de Agoitz.
Para el regreso vamos a proponer una alternativa en la que intentaremos descender hacia Idotzin, en el valle de Ibargoiti. Para ello continuaremos por el lomo cimero en dirección sureste. La senda se desdibuja en algunos tramos y va sorteando los obstáculos que oponen los bojes. Llegamos así a un collado (2,05 h) desde el que iniciaremos posteriormente el descenso. Pero antes podemos acercarnos hasta el inmediato altozano de Ganbella (1.256 m) (2,15 h). Desde él observaremos el airoso mogote de San Ágata, también denominado Las Saleras, hasta el que sería también posible llegar prolongando media hora más el recorrido.
De regreso al collado antes citado, deberemos de localizar en él una línea de hitos de piedra, que nos guiarán en el descenso a través de un bojedal áspero, en el que resulta importante mantener las referencias de los cairns. Bordeamos así un llamativo contrafuerte rocoso hasta confluir con una ancha pista (3,20 h), por la que seguiremos perdiendo altura, penetrando ahora entre un imponente pinar. Así desembocaremos en una pista cementada que, entre campos de labor, nos llevará hasta las puertas de Idotzin, cuna de Francisco Espoz Illundain, más conocido como Espoz y Mina (600 m) (3,50 h).